Nunca supe ni sabré cómo entró a la casa, ni de dónde venía. Parecia demasiado pequeña para haber entrado por su cuenta, aunque era bastante crecidita como para arreglárselas muy bien con los ritos de la higiene personal, la sociabilidad y las caricias. Me asumí como su madre humana tan pronto como descubrí que mi amada era su prolífico padre.
Sí. Dije higiene personal por dos razones: primero, porque ella es una persona muy pulcra en el cuidado de su pelaje, como buena gata; y segundo, por mi higiene personal, particularmente la del espíritu, a la que ella tanto ha contribuido. Semilla me ayudó a limpiarme el alma, y en eso estoy -estamos- todavía.
1 comentario:
Hermosssaaaa!!!! Dany. Te juro me recuerda a la mia que se llama Cuba. Ellas con el tiempo seguro, te blanquean el alma. Abrazo.
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