martes, 18 de septiembre de 2012

Gliforrelato III: Ya nadie recuerda a Frederic Franco [con perdón de Tito Cossa]*


No hace aún tres meses, el progresismo argentino se levantaba indignado frente al televisor para proclamar que "estábamos con el compañero Lugo", que "nunca más permitiremos golpes en América Latina" y que "hay que parar a los golpistas que ahora van a acechar en la Argentina". La presidente Cristina Fernández de Kirchner juraba que la UNASUR le haría frente al golpe institucional del Congreso paraguayo. Sin embargo, en esos días aún resonaban los ecos de la insólita declaración de "orgullo" de la mandataria argentina por haber hablado con Monsanto (la corporación sospechada de la autoría intelectual del golpe) en el Council de las Américas, durante el que fuera acaso el más menemista de sus discursos [ver video].

Hoy, cuando las nuevas "inversiones" de Monsanto se esparcen sobre suelo argentino como la nube tóxica que literalmente son, avaladas por el festejo de CFK, no se habla ya del derrocamiento de Fernando Lugo ni se inundan los muros nacionales y populares con su estampa de héroe melancólico. Ni el gobierno kirchnerista ni sus militantes parecen afligirse demasiado por la suerte del país hermano, ahora en manos del golpista Federico Franco, quien sucedió al tibio Lugo tras un baño de sangre campesina, en junio último.

"De golpe se liberaron los transgénicos", denuncia con agudeza un cartel durante una marcha en Paraguay. Acá, en la Argentina, está visto que no necesitaron (ni necesitarán) golpe alguno. El mejor amigo del glifosato -y de otras armas de contaminación masiva- ya está en el poder desde hace casi una década, con renovado apoyo en las urnas y una "oposición" tan siniestra como funcional. Se llama modelo extractivo y es el hijo natural (con perdón de la palabra) del denostado neoliberalismo. Aunque él prefiera que lo llamen Capitalismo en Serio.

Creo que en la Argentina necesitamos revisar y revertir esta infeliz opción por el suicidio comunitario: no sólo hemos vuelto a apuñalar, con triple cuchilla, al Paraguay hermano, al Paraguay campesino, saqueado y recolonizado, sino que aquí también nos estamos muriendo de a poco, envenenados por los transgénicos que, de los '90 a hoy, auspician y dominan a gobiernos de distintos signos, incluidos los progresistas. Experiencias como la de las Madres de Ituzaingó, quienes lograron en Córdoba una histórica condena judicial a contaminadores, y acciones en red como la Jornada Mundial de Millones Contra Monsanto que se desarrolló este 17/09 en algunas ciudades argentinas, alimentan la esperanza en esta lucha planetaria por la vida, aunque la militancia progresista haya faltado nuevamente a la cita con estos derechos tan humanos. ¿Obediencia debida o un Franco olvido?

D.A.T.
* Gracias al Maestro Roberto Tito Cossa, tenaz referente desde mis primeros vuelos alrededor de las luces del teatro, por su involuntaria colaboración en el título de esta nota.

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