martes, 23 de febrero de 2016

Ni una voz para nombrarlo



Inmóvil y de pie, sobre una loma 
manteníase apenas. Su figura 
parecía evocar con desventura 
su antiguo tiempo de potranca y doma. 

Por entre un pastizal de blando aroma 
me acerqué a contemplar su desventura. 
Sólo a su lado mi piedad segura 
y el vuelo ocasional de una paloma. 

Miré su pelo sucio, deslucido, 
su belfo triste, su mirar vencido: 
todo eso suyo de animal hundido. 

Y al contemplar su soledad serena 
sentí que estaba como yo en el mundo 
sin mas sostén, que el de su propia pena. 


Era una cinta de fuego 
galopando, galopando. 
Crin revuelta en llamaradas. 
Mi alazán, te estoy nombrando. 

Trepó la sierra con luna, 
cruzó los valles nevando. 
Cien caminos anduvimos... 
Mi alazán, te estoy nombrando. 

Oscuro lazo de niebla 
te pialó junto al barranco. 
¿Cómo fue que no lo viste? 
¿Qué estrella estabas mirando? 

En el fondo del abismo 
ni una voz para nombrarlo... 
Solito se fue muriendo 
mi caballo, mi caballo. 

En una horqueta de un tala 
hay un morral solitario 
y hay un corral sin relinchos. 
Mi alazán, te estoy nombrando. 

Si como dicen algunos, 
hay cielos pa'l buen caballo, 
por ahí andará mi flete 
galopando, galopando. 

Oscuro lazo de niebla 
te pialó junto al barranco. 
¿Cómo fue que no lo viste? 
¿Qué estrella andabas mirando? 
En el fondo del abismo 
ni una voz para nombrarlo...
Solito se fue muriendo 
Mi caballo, mi caballo.

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