domingo, 17 de marzo de 2013

Semilla de maldad

José Alfredo Martínez de Hoz murió en prisión domiciliaria

Los hombres pasan, las devastaciones quedan. El preso del Cavanagh se retiró silenciosamente de la vida, después de habérsela arruinado a tanta gente. Se fue con la misma discreción con la que diseñó el asalto a mano armada contra un país y el comienzo de una Nueva Colonización a escala histórica que hoy florece en campos de soja, montañas dinamitadas y ríos envenenados en plena democracia.
Su obra de gobierno se inaugura con el entierro del estado de derecho en 1976, en el reino de las fosas comunes y los "vuelos de la muerte". Ese mismo año comienza en EEUU la comercialización del Roundup, que también "mata por arriba y mata por abajo" según una elocuente publicidad de Monsanto para el mercado argentino. Así avanza la reconversión productiva de Sudamérica y la consolidación de su rol en la división internacional del trabajo, a saber: la gran exportadora de naturaleza.
Casi cuatro décadas después Monsanto cosecha aquí la resistencia de barrios y pueblos fumigados, pero tiene el beneplácito, léase complicidad, de los tres poderes constitucionales (salvo algún que otro brote de Justicia, como en Malvinas Argentinas, Córdoba). La democracia agrotóxica hoy genera sus propios crímenes de lesa humanidad en el Cono Sur, ése que "Joe" ayudó a reconvertir en tierra arrasada.
Ahora los tiempos políticos son otros, pero el modelo productivo (extractivista, neocolonial y exportador de naturaleza) es el hijo natural de aquella devastación. Tal vez por eso Martínez de Hoz se fue en paz, después de todo. Su "semilla" está fuerte, más transgénica que nunca, y quienes lo insultan y maldicen desde el progresismo son, paradójicamente, los nuevos cruzados defensores, por acción u omisión, de esta corporación genocida.


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