Un cuarto de siglo más tarde, con algunas ausencias, algunos acoples -en el sonido, se entiende- y algunos recuerdos que no voy a olvidar (Rodolfo Páez dixit), esta informe patota literaria se reencontró en la mismísima Facultad de Filosofía y Letras. Esta vez, no en el bar (que ya no existe) ni en el interminable "Salón de Actos", sino en un moderno anfiteatro erigido ayer no más, en plena era de los presupuestos aprobados a libro cerrado y a cielo abierto.
Fue cálido, claro que sí. Y a pesar de la cruzada que significaba llegar a la Facu a esas (des) horas, un núcleo cuasi heroico de concurrentes aportó su capacidad para catar poemas y damajuanas.
Más tarde, en Mythos, todo fue confraternidad, como si nos quisiéramos en serio. Y yo creo que es eso, no más.
Así cerramos un ciclo, JOETUC a 25 años, el mismo que se realizó periódicamente en el MUNT, desde el año pasado. Entre el reencuentro, el revival y el revisionismo, nos (re) pasaron cosas en este último año y medio. Y gran parte de la "culpa" es de mi amigo Oscar Barrionuevo, sin dudas mi Pingüino favorito.
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