jueves, 31 de diciembre de 2009

A mí me daba pena el Sargento Cabral


Este 1º de enero es, oficial- mente, el 105º aniver- sario del Club Atlético Independiente, una de las historias que me entonó el alma (de algún modo hay que decirlo) desde que tuve uso de sinrazón, vale decir, pasión futbolera. Valga la efemérides, en este neocambalache de la sidra y el Cromañón, para colgar en esta pared un soneto mío que precisamente no habla de mi club, sino de otro... pero tampoco de ése.






San Lorenzo*

A la memoria de Alfredo Aráoz, un hermano que tuve


A mí me daba pena el Sargento Cabral.
Vaya a saber por qué... No pensaba en el resto.
Si a otros veinte también se los llevaron puestos,
supongo que lo vi como algo natural.

Yo era chico, ya sé. Y él ya era inmortal.
Tenía que ser así. Yo no discuto esto.
Pero igual me dolía el destino funesto
del que nace para héroe y termina tan mal.

Después yo me hice grande, y entonces San Lorenzo
pasó a ser calle o club: la calle de mi vieja,
ese equipo rival, el de mi hermano ausente…

Ya vi morirse a tantos que a poco que lo pienso,
Febo asoma y sus rayos me calientan la oreja.
Ya no pienso en Cabral cuando entierro a mi gente
.


Daniel Aráoz Tapia

*(del guión de

Cinco Damas sobre el Piano,

poesía hecha espectáculo)


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