Cacerolas de sueño
eran las de mi madre,
ollas de cocer tiempo
en lugar de verduras
y entre copla y memoria
su tristeza crecía
porque el día era sólo
un recinto de sangre.
Mi madre y sus labores
y la casa creciendo
su rol de enredaderas.
Puntadas de vigilia
eran las de mi madre
y agujas de desvelo
y tazones de ausencia.
Ahora solamente
comemos panes hoscos
quemados al silencio.
Lucía Carmona: Las celestes labores
Por el corazón de la tierra (Nexo Ediciones, La Rioja, Argentina, 2007)
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