Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Y en la estupefacción de tal pasaje del sueño a la vigilia, hubo de buscar a tientas el rocío sanador de su desodorante en aerosol. Sobrevino entonces la tragedia: mientras la nube aún lo envolvía, notó con pavor que tratábase en realidad de un poderoso insecticida de primera marca.
Daniel Aráoz TapiAxe
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