MIGUEL D. ETCHEBARNE |
Por la ruta del cielo que se asoma
con su color más límpido y lozano,
lo recupero en tiempo y en aroma
como antes en los meses de verano.
Con emoción de monte y de paloma
lo siento tan agreste y tan cercano
como el gusto del agua que se toma
al borde del arroyo con la mano.
Quién sabe qué será de aquella estancia
en el partido de la Magdalena:
campo quebrado y mar a la distancia.
Aparejando el gozo con la pena
allí quedó el recuerdo de la infancia
perfumada de malva y yerbabuena.
2 comentarios:
este este es un poema que siempre recordaba con felicidad Borges .-
Gracias por traerme tu comentario Hugo... Es un poema entrañable para mí, por su musicalidad y su cuidado desborde sensorial a flor de rima.
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