A la memoria de Alfredo, mi padre
El que escribe es Daniel, desde muy
lejos,
desde una edad sin sed ni pentagrama,
con esa angustia fiel que se proclama
señora del país de los espejos
y hada madrina de los niños viejos.
El que lo lee es Alfredo, quien lo llama
y carraspea tango y tose drama
y lo mira escribir, mudo entre
añejos
y postergados libros: ese nombre
ha seguido a Daniel toda la vida.
El que habla es Dany, sí, pero encendida
la voz de Alfredo viaja por el hombre
desde una edad sin vértigo ni abismo.
El que firma es, tal vez, otro y el mismo.
desde una edad sin vértigo ni abismo.
El que firma es, tal vez, otro y el mismo.
Daniel [Alfredo] Aráoz Tapia
©2012
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